Y tú… ¿dónde ligas?

Es la eterna pregunta que circula entre mis amigas solteras de más de 28 años varias veces al mes. ¿Dónde conocer chicos solteros, entorno a los 30, majos y aseados? Se nos ocurren trescientos sitios de golpe pero luego añadimos que tienen que ser heteros y la cosa se complica. Porque sí,  nos pongamos como nos pongamos, la cosa está difícil y los pocos que cumplían las primeras características se están cambiando de acera a un ritmo trepidante. Aquí va una pequeña guía de sitios con sus correspondientes pros y contras. Me disculpen ustedes que personalice el asunto pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que la experiencia es un grado, y créanme que de eso tengo un rato.

CONCIERTOS

Tenía que empezar por aquí por muchos motivos. El primero y más importante es que conocí al dueño de esta bitácora en un concierto, y si  eso no hubiese pasado ustedes no estarían leyendo estas líneas. Hasta donde yo sé el señor clavo ardiendo cumple todas las premisas necesarias.  El segundo es que yo me paso literalmente la mitad de mi vida en un concierto, entre ocio y trabajo, por lo cual, aunque sólo fuera por una cuestión de estadística, es un sitio donde conocer tíos. He de decir que los he visto de todo tipo. Los que van a saco. Uno se me acercó en un concierto deEllos a pedirme el teléfono al tiempo que decía: “me has encantado, y te llamaré otro día, pero hoy estoy con otra persona”. Siempre sospeché que sería otra chica, en la cual no debería tener mucho interés si ya estaba pensando en su próxima cita. O sí, a saber, que la gente últimamente anda fatal. Luego están los que echan miraditas durante largo rato esperando al baladón para acercarse o simplemente los que se tropiezan, accidentalmente, contigo y te tiran medio mini de cerveza encima como escusa para empezar una conversación. Finalmente están los que se suben al escenario, pero esos, creedme, son de una especie distinta y necesitarían un post para ellos mismos.

Metal Horns, 2009 - Photo by Mart Sepp (flickr.com/martsepp)

Metal Horns, 2009 – Photo by Mart Sepp (flickr.com/martsepp)

Pros. Si os conocisteís en un concierto de un grupo que os mola a los dos os garantizáis de primera que tenéis algo en común, lo cual asegura temas de conversación y planes variados.

Contras. A los conciertos se suele ir en grupo y eso no favorece la interactuación. Además, lo de hablar en un concierto no está muy bien visto. Y sí, señores, para mi una buena conversación (aunque sea corta) es fundamental. Yo a este contra le podría añadir a que a muchos conciertos voy a trabajar y ya explicaré el gran problema que es supone más adelante.

BARES DE COPAS / DISCOTECAS

Por seguir un poco en la línea de lo anterior, la nocturnidad. Aunque en este caso hay que añadirle otro adjetivo: alevosía. Porque para que negarlo, muchos salen de copas con el único propósito de ligar (en diferentes grados de profundidad, pero quien soy yo para juzgar eso). Es el lugar clásico por excelencia y a mi personalmente el que menos me gusta.

Pros. Pues no consigo encontrarle casi ninguno, a no ser el hecho de que como sales y te pones mona, pues oye, eso que te llevas, y a lo mejor también alguna copa por tu cara bonita. Yo puedo presumir de haber sido protagonista del típico momento de “a esta copa invita el tipo del final de la barra”. Además era un cosmopolitan y en Nueva York. Puedo morirme tranquila. Y porqué no decirlo, el alcohol favorece la conversación.

Contras. Todo lo demás. A partir de las dos de la mañana no hay nadie decente en las discotecas, ni siquiera una misma. Punto.

AFTERWORK

Ahora que se han puesto de moda se han convertido en el punto neurálgico del ligoteo, por lo menos en Madrid. Después de trabajar, con la excusa de relajarse de las presiones laborales, quedas, tomas algo, te descontracturas y oteas el horizonte. Tengo amigas que podrían hacer un mapa de hotspots de recruiting de afterwork (osea, porque yo lo valgo, toma retaila de palabros).

Pros. Me gustan los chicos en traje y generalmente es habitual que vayan así vestidos en el momento de salir del curro. Pero claro, depende de por dónde te muevas.

Contras. Es entre semana, se suele ir en grupos de trabajo. No sé, me parece complicado.

TRABAJO

Este apartado daría para un post entero dependiendo del tipo de trabajo de cada cual. Yo, una vez más, voy a hablar desde la experiencia. Tengo un trabajo de los que se califican de divertidos. Vengo, voy, no tengo un sitio muy fijo y conozco muchísima gente a diario. Mola. Ahora que claro mis dos núcleos principales de interactuación son la moda (gays) y la música (con dificultad para comprometerse). Y perdonen la generalización, que en todas partes hay gente estupenda. Así que amigos tengo a montones, planes no me faltan y me lo paso como una enana trabajando. Cosa que no puede decir todo el mundo. Pero claro, de ahí a otra cosa…

Pros. Conocer gente de día siempre da una percepción mucho más clara que la que puedas tener al conocer a alguien en otro ambiente. No suele haber dobles raseros y eso evita muchos disgustos.

Contras. Si la cosa sale mal es una auténtica jodienda. Eso de tener que ver todos los días a alguien con quien te has acostado y del que no quieres saber nada. Uffff. Mal rollo. Hay que pensárselo dos veces antes de dar ese paso. Puedes fastidiarte de un plumazo la vida personal y la profesional. Piénsalo dos veces, por muy bueno que esté el chico que acaba de entrar en comercial.

AMIGOS DE AMIGOS

Odio las citas a ciegas. Lo digo bien claro y desde ya. Nunca funcionan. Está todo tan forzado que no tiene ningún sentido. Pero más allá de eso están los cumpleaños, las comidas, reuniones y demás. Puede ser un buen sitio, no hay duda. ¿Cómo era eso de los amigos de mis amigos son mis amigos? El pánico viene cuando empiezas a ser la única persona soltera en este tipo de encuentros. Es más, cuando empiezas a ser la única persona que está fuera de la conversación porque no tiene ni idea de que es un Bugaboo o la diferencia entre la absorción de pañales.

Pros. Pues suele ser un elemento muy natural, si las cosas funcionan bien la cosa lo de los planes viene rodado por aquello de la “chupi-pandi”.

Contras. Si la cosa no funciona es un marrón en toda regla. Se me vuelve a ocurrir una canción para ilustrar la situación y que fue de lo más premonitoria para el duo Ella baila sola, ¿cómo repartimos los amigos?

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INTERNET

En el mundo globalizado en el que vivimos la red es uno de los lugares dónde se desarrolla muchísima de nuestra actividad social. Por esto mismo, este apartado nos podría ocupar páginas y páginas y creo que ya me estoy extendiendo demasiado. Existen portales exclusivos para ligar en internet y aunque yo no sea muy defensora de ellos he de confesar que conozco a varias parejas que comenzaron su andadura gracias a Meetic, Match, Tinder o algo parecido. Creo que este tema ya se ha tratado por aquí. En fin… que no sé. Luego están las relaciones mucho más orgánicas. No voy a mentir, a mi me han tirado los trastos por Facebook, Instagram y Twitter. Me da un poco de miedito y no he dado nunca pie al tema. Bueno, casi nunca. Ahora tengo un buen amigo al que conocí vía Twitter. Una historia muy graciosa.

Pros. Uffff…. Así de primeras no se me ocurre ninguno. Aunque hay verdaderos expertos en la búsqueda de pareja por Internet que dicen que es algo incluso más real que conocer a alguien por la noche en un bar.

Contras. Nadie es tan guapo como su foto de perfil, el que es muy gracioso por mail puede resultar un auténtico tostón en persona y lo que me acojona todavía más, si la cosa funciona, eso de decir a todo el mundo “nos conocimos en Meetic”, me da un alergión que no te cuento. Horror.

En definitiva terminamos, si es que han llegado hasta aquí, como habíamos empezado. Con mucho barullo y las ideas poco claras. Resumiendo, lo cierto es que es mejor que todo sea mucho más orgánico. Quizá mi generación tenga una sobredosis de azúcar, Julia Roberts y Disney, pero nunca se sabe. Y mejor así. Quizá el hombre o mujer de tu vida (o el siguiente polvo) esté delante de ti en la cola del súper. Sólo una cosa, antes de iniciar el coqueteo, asegúrate que no lleva potitos y pañales en la cesta de la compra.

Texto originalmente publicado en Un Clavo Ardiendo

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